Identidad de aprendiz

Cristian Cruz Alvarado
Centro educativo Kinderlandia
Alajuela, Costa Rica

Resumen

En este artículo analizaremos el potencial de aprendizaje que un niño puede desarrollar cuando aprovecha todo lo que sucede a su alrededor para aprender y crecer, incluidos sus fracasos cotidianos. Los fracasos pueden ser un arma de doble filo, por un lado pueden motivar a un niño para que adopte nuevas estrategias de acción, o bien, tienen la capacidad de llevarlo a zonas de confort donde ellos no aprenden más que a vivir de acuerdo con los estándares de vida ya conocidos. Esto no contribuye con el progreso, cambio, evolución, madurez o plenitud que se espera alcance un ser humano. El análisis se realiza tomando como referencia el texto Mindset: La actitud del éxito, de la autora Carol Dweck, quien parte de un estudio sobre la conducta humana, para plantear los tipos de mentalidad que guían nuestra vida y nos pueden permitir alcanzar todo el potencial proveniente de nosotros mismos.

Palabras clave: mentalidad, aprendiz, mentalidad de crecimiento, mentalidad fija, fracasos, zona de confort.

Abstract

In this article, we will analyze the learning potential that a child can develop when he takes advantage of everything around him to learn and grow, including his daily failures. Failures can be a double-edged sword; on the one hand, they can motivate a child to adopt new action strategies or take him to comfort zones where they only learn to live according to the already known standards of living. This does not contribute to the progress, change, evolution, maturity, or fulfillment that a human being is expected to achieve. The analysis is carried out taking as reference the text Mindset: The attitude of success , by the author Carol Dweck, who starts from a study on human behavior, to propose the types of mentality that guide our lives and allow us to reach our full potential coming from ourselves.

Keywords: mindset, learner, growth mindset, fixed mindset, failures, comfort zone.

Desde que fue creado, el ser humano por su naturaleza tiende a ocultarse por sus errores y esconderse detrás de sus fracasos. El día a día nos presenta muchos escenarios donde tenemos posibilidades para tomar una buena decisión o equivocarnos también, por lo tanto, dependiendo del tipo de pensamiento que hayamos adoptado desde niños o desarrollado como adultos, así será la reacción mostrada ante las consecuencias de todo aquello que determinamos hacer.

Tienen tanta influencia las creencias en las vidas de los seres humanos a la hora de tomar decisiones que la autora Dweck (2006) afirma en su investigación que impregna todas las áreas de la vida. Gran parte de lo que crees que es tu personalidad se desarrolla realmente desde esa «creencia»; gran parte de lo que posiblemente te esté impidiendo alcanzar todo tu potencial viene de ahí. (Dweck, 2006,7)

El objetivo principal de este artículo es ofrecer herramientas prácticas de enseñanza para que los padres de familia las apliquen mientras comprenden cómo los fracasos no son necesariamente una decepción que debe hacer retroceder a los niños en sus procesos de aprendizaje.

¿Mentalidad de crecimiento y mentalidad fija?

Por tradición, la sociedad en general ha resaltado en la conducta humana una variada lista de talentos, cualidades y habilidades que las personas poseen innatamente y que los impulsa a conseguir éxito. Por otro lado, no ha sido tan popular sobresaltar las luchas personales, los errores, frustraciones y fracasos que bien orientados pueden convertirse en dones obtenidos a base de un sincero esfuerzo personal no tan innato pero que puede marcar positivamente el resto del camino en la vida de una persona atrapada en su zona de confort.

La mentalidad de crecimiento es esa actitud que podemos desarrollar en la vida para aprender que todo lo que nos rodea, incluyendo nuestros fracasos porque pueden convertirse en oportunidades para mejorar. Nos permite saber y creer que cada talento y habilidad pueden desarrollarse. Por el contrario, la mentalidad fija nos lleva a creer que nacemos con un set de habilidades fijas y que dependemos de esas habilidades o talentos que “ya tenemos”, de forma que nos hace creer que nuestras metas deben alinearse a esas habilidades, en lugar de motivarnos a desarrollar las habilidades necesarias para alcanzar dichas metas.

De acuerdo con Dweck (2006), la inteligencia por ejemplo, no es una aptitud fija, sino que su crecimiento depende totalmente de nuestra actitud para mejorar y superarnos cada día. Mediante el esfuerzo, la dedicación, el trabajo y la consistencia podemos traspasar los límites de lo que la sociedad dice es inamovible.

Quizás algunos han escuchado el dicho popular: “es que ese niño nació con estrella pero aquel otro nació estrellado”, haciendo referencia a que hay personas que nacen destinadas para triunfar o fracasar en la vida porque así lo definió el destino.

Esta es una de las razones principales por las que la mayoría de programas de estudio en grandes cantidades de centros educativos alrededor del mundo se enfocan histórica y tradicionalmente en destacar al estudiante que mejores resultados académicos muestra, más notas altas obtiene y mejores promedios logra durante su proceso de aprendizaje.

No se trata de restarle importancia a los logros que muchos obtienen, simplemente se pretende destacar la ausencia de otros factores de aprendizaje ocultos en los errores y fracasos, ya que, la mentalidad fija se cultiva desde pequeños cuando hemos sido testigos pasivos de un sistema sutilmente definido muchos años atrás.

De acuerdo con Dweck, hay un punto de inflexión en el aprendizaje que obtenemos en la vida que nos permite diferenciar la mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento. Precisamente es mediante el fracaso, ya que, este nos puede provocar hacer ver catastrófica una situación cotidiana que vista con una mentalidad de crecimiento solo se vería como un día no tan bueno en la agenda diaria:

El problema aparece cuando aparece el fracaso, ¿cómo lo sobrellevan? Activando un mecanismo de defensa inconsciente: «No merece la pena invertir tiempo y esfuerzo en esto» (dicho con otras palabras, no voy a volver a exponerme).«No hacer nada», «Quedarme en la cama»; «Emborracharme»; «Comer»; «Gritarle a alguien si hay oportunidad»; «Comer chocolate»; «Escuchar música y lloriquear»; «Meterme en un armario y quedarme allí»; «Pelearme»; «Llorar»; «Romper algo» o «¿y qué se puede hacer?». (Dweck, 2006, 11)

Por su parte, la mentalidad de crecimiento es la que nos permite desarrollar el potencial que se oculta detrás del diario cultivo de una sana autoestima, reafirmación ante los fracasos, fuerza de voluntad ante las derrotas y esfuerzo honesto cuando la motivación nos abandona:

Creer que las cualidades pueden desarrollarse puede estimular la motivación, la pasión por aprender. ¿Por qué perder el tiempo demostrando una y otra vez lo bueno que eres, cuando podrías invertir esa energía en ser aún mejor? ¿Por qué ocultar las deficiencias, en lugar de superarlas? ¿Por qué rodearte solo de amigos o compañeros que alimenten tu autoestima en lugar de abrirte a otros que te reten a crecer? ¿Y por qué ir por el camino trillado en lugar de arriesgarte a vivir experiencias enriquecedoras? La característica principal de la mentalidad de crecimiento es la pasión por los retos, la búsqueda de la auto superación, incluso (y especialmente) cuando las cosas no van bien. Esta es la mentalidad que hace que la persona se crezca ante las dificultades. (Dweck, 2006, 11)

La mentalidad de crecimiento permite replantar entonces el valor esperado del aprendizaje tradicional y demostrar que aún los fracasos más amargos pueden ser un trampolín para alcanzar el mismo o mayor éxito que la mayoría de sociedades otorgan con diploma de honor a aquellos que optan por recorrer la ruta habitual de lo conocido, esperado, repetido y ya descubierto.

El aprendiz y sus fracasos

Como se menciona al inicio, el objetivo de este artículo es brindar un respaldo, empoderar y desarrollar en un niño una identidad de aprendiz en la búsqueda del triunfo sobre las adversidades. Sin dejar de lado cómo cultivar esa mentalidad de crecimiento desde el rol de padres.

Un aprendiz es una persona envuelta en un proceso de aprendizaje continuo que tiene la posibilidad de impregnar de nuevos conocimientos o información la mentalidad que guía su existir.

Por ello, la mentalidad de crecimiento que guía el corazón de un aprendiz decidido a tener éxito, le permite ver sus fracasos como experiencias de provecho para mejorar áreas frágiles de su carácter y convertir tropiezos en oportunidades para llegar hasta donde la mayoría decide rendirse.

Un aprendiz que ha definido esta etapa de su aprendizaje como la base de su propósito en la vida no tiene problema en ser llamado principiante, inexperto, ignorante o novato, por nadie ni por él mismo; sabe que su capacidad intelectual, aptitud profesional y desarrollo personal pueden crecer todos los días ilimitadamente hasta que deje de cultivarlo mediante el esfuerzo, dedicación, pasión y amor que pone en cada detalle de su vida.

Los fracasos no son obstáculos suficientes que deslegitiman a los niños con mentalidad de aprendiz durante su aprendizaje. Cada tropiezo los fortalece y los pone en onda con la ilusión y esperanza de construir un mañana mejor. Tratar de ocultar el fracaso en los procesos de aprendizaje en los que los niños, contribuye a alimentar la mentalidad fija.

El niño aprendiz utiliza cada problema y peor caída como escalones que le van a permitir treparse por encima del cielo y ver con sus propios ojos ese brillo restringido para quienes solo soñaron pero nunca quisieron hacer todo lo que hubiera que hacer por aprender lo que se necesite aprender en la vida.

Zona de aprendiz

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¿Cómo fomentar la identidad de aprendiz en la educación durante la niñez?

Antes de recurrir a reprensión o castigo cuando el niño cometa algún error y enfrente algún fracaso, empiecen por analizar juntos la situación sin establecer juicios. Inicie con cuestionamientos positivos: ¿Cuál es la lección aprendida?, ¿Por qué actuaste así?, ¿Cómo crees que se pudo evitar esta situación? Una vez hecha la reflexión del caso, motívelo para que elabore un tipo de rótulo o tarjeta donde tenga presente lo aprendido y no repita el mismo error en futuras situaciones similares. Hágale ver que vale por ser su hijo o hija NO por lo que haga, ya que, el fracaso no cambia lo que él/ella es para usted, que su autoestima no se debe ver afectada por eso. Aprovecharse del evento negativo para que se puedan prevenir catástrofes. Cuéntele cómo ha mejorado usted como ser humano al superar los fracasos más fuertes de su vida.

En las mañanas pueden leer juntos el siguiente mantra:

  • Aprenderé de mis errores sin tener que culpar a nadie por ellos.
  • Voy a aprender de mis padres, mi maestra, compañeros, amigos y familiares.
  • Demostraré valentía ante cada adversidad pues el miedo no me va a detener.
  • Decido trabajar de la mano junto a los demás para fomentar el trabajo en equipo.
  • Mi autoestima crecerá aunque la opinión de otros sobre mis fracasos quiera desalentarme.
Motívelo a leer biografías de personajes famosos en la historia que con esfuerzo, arduo trabajo, dedicación y honestidad pudieron alcanzar grandes éxitos aunque en el camino también experimentaron fracasos. Mostrar a sus hijos que usted está entusiasmado con los desafíos y que ve los errores como oportunidades de aprendizaje constantes en la vida. Analice con base en la siguiente tabla el nivel de efectividad que tiene la comunicación asertiva empleada para tratar a sus hijos:
Di esto... No le digas esto...
"¡Veo que trabajaste muy duro en esto!" "¡Tú eres muy inteligente!"
"Es hora de probar una nueva estrategia." "¡Quizás no estás hecho para esto!”
“Es muy difícil. ¡Tu esfuerzo valió la pena! ¡La próxima vez estarás listo para el desafío! “Fue muy difícil. Estoy contento de que terminara y no tengas que repetirlo.”
"Debes desafiarte a ti mismo con una clase avanzada y aprender algo que aún no sabes cómo se puede hacer”. “Tienes verdadero talento para escribir. Deberías tomar una clase de escritura creativa porque eres muy bueno en eso”.